“Treinta y tres grados, la edad en que murió Cristo”, resume Del Carmen Arias Arellano, un petrolero jubilado de Paraíso, que ya sueña. “La refinería sí nos va a beneficiar, porque aquí nos van a vender la gasolina como en realidad vale, no ya como muchos coyotes que ya la venden más cara. Aquí no la van a vender al precio que en verdad es”, dice, imagina, sueña y no sabe el precio que en verdad es.
Entre el medio millar de seguidores del Presidente, ancianos, vendedores ambulantes, ayudantes de gobernadores y demás funcionarios -en el calor ningún mitin es gratuito- que se amontonan a la orilla de la carretera Paraíso – Comalcalco, en la entrada principal con sus cuatro banderitas agitándose, hay esa esperanza. Sueño o delirio que hace decir a un yutubero que 30 mil millones de mexicanos apoyan al Presidente, y al presidente de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados, el tabasqueño Manuel Rodríguez, a mandarles un saludo. “A todos”.
Hay que prepararse para administrar la abundancia. Rodríguez, de Morena, no lo dice así.
“Pues yo quisiera conocer eso, porque la gente de buena sangre no habla mal del trabajo que entrega, y aunque pueden estar vestidos de un overol anaranjado no significa que trabajas en la Refinería”, responde con ese reproche y calumnia que también es acusación.
En un puente sobre la entrada está colgada una manta del Secretario de Gobernación, Adan Lopez Hernández, aspirante presidencial sorpresivo, con su paisano y su letrero de bienvenidos. Acá, pasa el empresario amigo del Presidente y concesionario y supervisor de obras de Gobierno, Daniel Chávez. Enseguida llega un promotor del titular de Gobernación cargando en la espalda un anuncio de AL (corazón) HE (es decir, Adán López Hernández) con cara de máscara de madera, tan parecida a él. Rígida, tiesa, pero más divertida. Canta y baila y reparte folletos con una música pegajosa que carga otro que documenta en video que se hace el trabajo: “Vamos contigo ‘El (corazón) he’ / vamos contigo ‘El (corazón)/..”
Hasta acá llegaron seis Indígenas de Chenaló, Chiapas, a ocho horas, quejándose del calor pero sin aflojar sus ponchos y jorongos. Porque el momento histórico lo vale, dice el líder de grupo. “Y si no nos dejan pasar ya ni modo, ya aquí estamos”. Llega un camión de Rancho Nuevo, Abasalo, Guanajuato. “Nos hicimos 17 horas en camión al grito de ‘más vale muertos que llegar tarde'”, presume Refugio “Juco” Linares, de 73 años bien puestos como su sombrero.
“Este es un proyecto que ningún país del mundo tiene este tipo de obra que se está inaugurando en estos momentos, y esperamos que haya más, que haya más refinerías como esta para alcanzar a refinar todo el oro negro que sale de aquí y no se vaya a otro, y si se va, que se vaya bien vendido”, agrega.
Pasa el medio día, la inauguración estaba planeada a las 11:30, y llega Claudia Sheinbaum con ese gesto lento que busca atención, abrazos pasarela de fotos. “¡Presidenta! ¡Presidenta!”, le gritan. Y ella, que claro que está preparada para ser Presidenta le dice a los reporteros. Que apoyaría a Adán López si el pueblo así lo decide, igual que cree que él la apoyaría. Que claro que daría continuidad al proyecto de López Obrador. “Sí, por supuesto es histórico lo que se está haciendo”.
Corrió el rumor de que el Presidente ya estaba adentro de la refinería cotizada en 8 mil millones de dólares, pero hasta él mismo admitió un aumento a 12 mil millones. Otros, independientes, calculan 18 mil y una operación máxima hasta 2026. “Es un sueño hecho realidad”, iba a decir López Obrador adentro.
Acá afuera, la mayoría se va. Otros buscan la sombra de la reja de la refinería. Los de Guanajuato se aferraron a las vallas calientes sin moverse. Gritan “es un honor estar con obrador” . Otros se duermen sobre el pasto de los jardines de la refinería Olmeca. Sueñan. La vida es un frenesí, una sombra, una ficción. Los sueños -lo dijo Calderón-, sueños son.