Margarita González Saravia se quedó sin tiempo, tanto para unificar a su partido Morena, el cual destruyó Ulises Bravo, (medio hermano del gobernador Cuauhtémoc Blanco), quien dicho sea de paso: deja un gobierno en ruinas; ni para calmar la furia y el cansancio de las y los morelenses que ruegan por que finalice el peor sexenio de toda su historia.
De nada sirvieron el aparato de dirigentes, ni el despilfarro en la campaña para intentar maquillar el horror que se vive en Morelos. Tampoco la narrativa del supuesto acompañamiento por parte de Claudia Sheinbaum. Antes de pensar en la elección, González Saravia tuvo que poner por delante dos objetivos que no logró concretar:
Tranquilizar la guerra interna que había desmembrado a Morena, e intentar hacerle creer a la sociedad que la administración de Cuauhtémoc Blanco había sido “buena” y que ella solo la iba a continuar y a “mejorar”. Esa misión imposible se tradujo en la clara ventaja con la que llega a la votación de este 2 de junio la candidata de la alianza PAN, PRI, PRD y RSP, Lucy Meza.
Lo demuestra la diferencia de 12 puntos en la mayoría de las encuestas, donde también se prevé una derrota abrumadora y contundente, en la que González Saravia perderá en 28 de los 33 municipios de aquella entidad. Pero de la tragedia siempre se aprenden lecciones.
En Morelos, el escenario político para Morena se quebró y tendrá que comenzar un proceso de reorganización, con un urgente cambio de liderazgos y una reconfiguración de las terminales de poder. Por lo pronto, la mayoría de los morelenses se hartaron de todo y de todos los que representan a ese partido, y eventualmente lo harán saber en las urnas.