Ante la crisis que enfrenta el sector agrícola, la respuesta gubernamental ha sido la menos satisfactoria y aunque la región tiene potencial productivo, debido a las sequías, la falta de apoyo de la autoridad estatal y de programas para eficientar el campo, esta actividad desfallece.
El Monitor de Sequía de México, a cargo de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), muestra un panorama nada alentador para el campo morelense porque en marzo de este año, un alarmante 51.08% del territorio nacional mostraba signos de sequía, fluctuando entre moderada y extrema.
A esta situación se le suman las políticas gubernamentales que parecen no estar a la altura del desafío.
La crítica señala que los programas, como «granos» y «producción al bienestar», se tornan más asistenciales que productivos. Estas aseveraciones toman más peso con las evaluaciones del Consejo Nacional de Evaluación de Política Social (Coneval), que ha detectado inconsistencias notorias en los escasos apoyos otorgados en Morelos.
El Coneval refiere la falta de avance en el desarrollo de proyectos productivos para las Comunidades de Aprendizaje Campesino (CAC), implementadas tras 2019. Este retraso podría desencadenar en una sobreoferta de ciertos productos a nivel local, generando desbalances en el mercado.
Por otro lado, las voces del campo lamentan la falta de inversión en infraestructura esencial como sistemas de riego, drenaje y almacenamiento, lo cual reprime la modernización y eficiencia que los agricultores morelenses tanto anhelan.
El campo morelense requiere de un plan integral y robusto, que armonice las fuerzas de agricultores, gobierno, sector privado, academia y sociedad. Sólo con una estrategia holística, se recuperará el esplendor perdido del agro morelense.