
A pocos días del debate entre candidatos a la alcaldía, una imagen encendió la conversación política en Córdoba: Samantha Vicentini Luna, candidata de Movimiento Ciudadano, fue vista reunida en los portales del centro con operadores cercanos a la candidatura del PAN, el partido de Miguel Ángel Yunes.
La escena no pasó desapercibida. Quienes presenciaron la conversación la describen como “cálida, larga y estratégica”. Para muchos, el mensaje fue claro: Movimiento Ciudadano podría estar cediendo su candidatura a favor del PAN, dando la espalda a su promesa de ser una alternativa al yunismo.
Durante años, Movimiento Ciudadano ha construido su identidad en torno al rechazo al “PRIAN” y a los partidos del pasado. Sin embargo, esta posible alianza con el PAN —partido identificado directamente con la figura de Miguel Ángel Yunes— representa una incongruencia difícil de justificar.
Aliarse con el PAN no es solo una contradicción narrativa, es también un mensaje político: que Movimiento Ciudadano prefiere sumar con quienes gobernaron con privilegios y corrupción, antes que sostener su propia agenda.
En la carrera por la presidencia municipal de Córdoba, todo indica que Samantha Vicentini estaría más cerca de fortalecer al PAN que de competir por ganar. Para muchos ciudadanos, el pacto que se cocina en los cafés del centro deja claro que el único proyecto con rumbo firme es el que encabeza Manuel Alonso, candidato de Morena y del Partido Verde.
¿Movimiento Ciudadano entregará su bandera a cambio de una candidatura simbólica? ¿Se rendirá ante el yunismo que ha gobernado para unos pocos con corrupción y cinismo?
En esta elección, las fotos hablan. Y en Córdoba, la foto de Samantha con el PAN de Yunes dice más que mil discursos.